Luego del prometedor inicio de carrera con el tándem “Killing is my Business… and Business Is Good!” y “Peace Sells… but Who’s Buying?”, Megadeth, la banda fundada y dirigida por Dave Mustaine, se encontraría con un obstáculo que, a la larga, sería una constante en la agrupación: el reemplazo de músicos. Es que para encarar este tercer álbum, Megadeth debería encargarse de suplir las bajas del guitarrista Chris Poland y el baterista Gar Samuelson, ambos apartados debido a las constantes problemáticas surgidas entre ellos y Mustaine.
El sustituto de Samuelson apareció rápidamente: Chuck Behler, hasta entonces técnico de batería de la banda. En el caso de la guitarra, la nueva incorporación tardaría un poco más en confirmarse, hasta dar con Jeff Young. Previamente, el elegido había sido Jay Reynolds, guitarrista de la banda Malice, pero habiendo ya comenzado los trabajos para el nuevo álbum, fue reemplazo por Jeff Young, quien fuera su profesor de guitarra. A estos dos nuevos integrantes se les sumaba el casi siempre presente David Ellefson en el bajo.
Con esta formación confirmada, la banda se embarcaría en la grabación de un disco que no solo seria testigo de recambio de músicos, sino también de productores: disgustado con las labores de Paul Lani, Mustaine lo despidió para contratar al experimentado Michael Wagener (Encargado de la mezcla de “Master of Puppets”, de Metallica, y productor de Alice Cooper, Ozzy Osbourne y Skid Row, entre otros) para concretar las tareas llevadas a cabo en los estudios Music Grinder, de Los Ángeles.
“Into The Lungs Of Hell” se encarga de abrir el fuego a puro thrash instrumental, en donde Mustaine toma la posta con un filoso solo que aporta la melodía necesaria entre los furiosos riffs. Seguido, aparece uno de los puntos más destacados del disco: “Set The World Afire”, una verdadera joya del thrash ochentoso, que desde su inicio arremete con la potencia del desastre nuclear que describe su lirica. El tema presenta algunos de los riffs más inspirados que la de por sí siempre inspirada mano derecha de Mustaine pudo engendrar. Además, ostenta el valioso reconocimiento de ser el primer tema de Megadeth. Cuenta la leyenda que Mustaine, embarcado en un viaje en micro atravesando los Estados Unidos de punta a punta, escribió la letra de la canción durante su periplo. Claro que no era un viaje de placer ni mucho menos, puesto que el Colorado acababa de ser despedido de Metallica, siéndosele otorgado un pasaje de micro de regreso a California desde Nueva York, donde la banda comandada por James Hetfield y Lars Ulrich grababa lo que sería su primer disco, por entonces con Mustaine como guitarra líder. Envuelto en furia y sed de venganza, el pelirrojo encontró en algún paraje rutero un afiche referenciando al peligro de una guerra nuclear que causaría “megamuertes” y el resto es historia: el nacimiento de Megadeth. Casi como por inercia surgió “Set The World Afire” y su lírica de holocausto nuclear, que a la postre sería uno de los argumentos centrales en la discografía de la banda.
A continuación, Mustaine se encargaría de rendirle homenaje a unos de sus ídolos de la adolescencia: Sex Pistols, con el clásico “Anarchy In The U.K.”, emblema de los británicos precursores del punk. Una versión correcta que no se aleja de la original, y cuenta con el agregado de sumar a Steve Jones, guitarrista de los Pistols, en las 6 cuerdas. “Mary Jane”, presenta excelentes e intrincados pasajes musicales, contando la historia de la infame cacería de brujas y particularmente de Mary Jane Twillige, asesinada en esas oscuras circunstancias y sobre cuya tumba recaerían múltiples maldiciones para quienes osen profanarla. El tema, además, fue escrito casi en su mayoría por David Ellefson, marcando un punto de inflexión en la carrera de Megadeth, ya que justamente este disco es el primero en presentar aportes compositivos de otros integrantes, más allá de Mustaine.
“502”, referencia directa al código policial de la ciudad de Los Ángeles para las infracciones por alcohol al volante, retoma la vieja y tradicional lírica metalera de la velocidad y los autos, aportando el vértigo riffero necesario para aclimatarse a su letra. Seguido, aparece el tema más destacado de la placa y uno de los puntos de mayor calidad musical de toda la discografía de Megadeth: “In My Darkest Hour”. El tema, al que podría describirse como una balada oscura, o un medio tiempo siniestro, presenta diferentes momentos que merecen ser destacados. Para comenzar, guitarras acústicas oficiando de introducción con un sentido arpegio en tonos menores que deja lugar a un machaqueo furioso, destinado a introducir al headbanging hasta al más reticente. Cuenta la historia que la primera inspiración musical para el tema surgió cuando Mustaine se enteró del fallecimiento de Cliff Burton, ex compañero de banda en Metallica, debido a un accidente en la carretera durante una gira. La letra, en cambio, surgiría de diversas experiencias personales de Mustaine: “La ‘hora más oscura’ del título de la canción es cuando supe que estaba solo”. “Pero la música (el sonido y el sentimiento de la canción) están inspirados en el dolor que sentí al saber de la muerte de mi amigo”, resume Mustaine en su autobiografía.
Si “In My Darkest Hour” nos encontramos al costado más sensible de Mustaine, en “Liar” reaparece quizás su versión más reconocible: la del colorado enojado. En esta ocasión, el destinatario de su furia es nada menos que Chris Poland, el ex guitarrista de la banda recientemente despedido. Acusándolo de mentiroso y de vender instrumentos de la banda para solventar sus adicciones, Mustaine y compañía se despachan un tema a puro machaqueo thrashero sin contemplaciones. Como cierre, aparece otro punto destacado del álbum “Hook In Mouth”, con temática sobre la censura que se intentó imponer sobre el heavy metal durante los años ochenta, principalmente por organizaciones como el Centro de Recursos Musicales de Padres, protagonista de diversas acusaciones y juicios contra bandas de metal en esos años. El poderoso machaqueo, constante y preciso, se complementa a la perfección con el rabioso vocifero de Mustaine que, en palabras del colorado, fueron dirigidos “a aquellos que estaban jodiendo nuestros derechos constitucionales y tratando de quitarnos nuestra libertad de expresión”, como punto final para un disco furioso, oscuro y genial.
El legado de “So Far, So Good… So What!” de Megadeth:
“So Far, So Good… So What!” cosecharía críticas mayoritariamente positivas, además de continuar manteniendo el estatus de relevancia de Megadeth en el mundo del metal, como preámbulo a su época más exitosa.
El disco presenta algunos grandes clásicos de la banda, como “Set The World Afire” o “Hook In Mouth”, pero, sobre todo, a uno de los mejores y más aclamados temas de la discografía de Megadeth: “In My Darkest Hour”, un autentico himno de la agrupación que se convirtió en favorito de los fans e infaltable de sus setlists alrededor del mundo.
“So Far, So Good… So What!” también se encargó de presentar por primera vez aportes compositivos de otros miembros de la banda más allá de Mustaine, cuyas contribuciones serían clave para la década venidera de la banda.