Crónica: Julieta Güerri / Fotos: Maru Debiass

La banda sueca se presentó por primera vez en Argentina como parte de su gira latinoamericana, ofreciendo un show en el que la nostalgia fue tan protagonista como la banda misma.

 
Para los verdaderos aficionados del hard rock y el glam metal, el paso del tiempo no hace más que aumentar el valor de encontrar y seguir a bandas que se esfuerzan por mantener vivo el sonido característico de los 80s. En un mundo musical que constantemente se reinventa, descubrir grupos que se dedican a preservar y, al mismo tiempo, refrescar el estilo sin perder su esencia original, representa un verdadero acontecimiento.

Esto fué lo que se sintió durante el concierto de Crazy Lixx, donde los fans se reunieron no solo para rendir tributo al sonido de una era sino también para celebrar la persistencia del mismo en el tiempo. Desde temprano, el lugar se transformó en un punto de encuentro para los rockeros que luciendo orgullosos remeras de bandas como Kiss, Whitesnake, Def Leppard, Poison y Motley Crüe, daban testimonio silencioso de la comunidad unida y diversa que estos géneros supieron crear.

Alrededor de las 22hs, entre gritos y aplausos, la banda abrió su show con la reversionada “Whiskey Tango Foxtrot”, canción que permitió que Danny Rexon (voz), Joél Cirera (batería), Jens Sjöholm (bajo) y Chrisse Olsson y Jens Lundgren (guitarras) se presentaran y se destacaran, cada uno con su respectivo instrumento.

El repertorio de la noche fue variado e incluyó canciones de varios álbumes de Crazy Lixx, pasando por los clásicos de los primeros días de la banda como “Blame it on love”, “Hell raising women” y “Girls of the 80’s” hasta las más recientes “Silent thunder”, “Rise above” y “Two shots at glory”.

La energía, confianza y carisma de Crazy Lixx en el escenario y su habilidad para capturar la atención de la audiencia en el ambiente único de El Teatrito, demostraron que el género no solo sobrevive, sino que prospera, adaptándose a los nuevos tiempos mientras mantiene sus raíces firmes. A pesar de los años y las tendencias cambiantes, el rock sigue siendo una fuerza que continúa inspirando tanto a bandas como a fanáticos, que se niegan a dejar que esta música muera.