Un año después de su formación, los neerlandeses Epica editarían su disco debut: “The Panthom Agony”, en 2003, como estreno de lo que sería una exitosa carrera en el metal sinfónico.
Para adentrarnos en la placa, primero es necesario hacer una parada en otra banda del género, After Forever. Mark Jansen, guitarrista y compositor, llevaba 7 años en After Forever al momento de decidir emigrar en búsqueda de un proyecto propio. Con la idea de enfocar su banda hacia un estilo aún más sinfónico, Jansen se emprendió en el reclutamiento de músicos para completar la alineación. En un primer momento, ese proyecto tomó el nombre de Sahara Dust, conformándose por Jansen, el guitarrista Ad Sluijter, el baterista Jeroen Simons, el bajista Yves Huts, y el tecladista Coen Janssen. Para las voces, Jansen en principio fichó a la cantante Helena Iren Michaelsen, de sólida experiencia en la banda Trail of Tears, la cual fue reemplazada poco tiempo después por la entonces desconocida Simone Simons, pareja de Jansen en ese momento.
Con el sexteto conformado, la banda pronto cambiaría su nombre, llamándose de ahora en adelante Epica, en parte inspirados por el disco de Kamelot titulado de ese modo. Epica ingresaría al estudio para darle forma a lo que sería su debut discográfico. Con la producción de Sascha Paeth, experimentado responsable de discos de Angra, Rhapsody y Kamelot, entre otros, y contando con el aporte de ocho músicos orquestales y seis coristas, tal el deseo de la grandilocuencia sonora buscada por Mark Jansen, Epica le daría forma a “The Phantom Agony”.
La introducción llega con “Adyta (The Neverending Embrace)”, un breve track de apertura para adentrar al oyente en la atmósfera sinfónica clásica de la placa. “Sensorium” oficia de verdadero inicio del disco, tratándose de una composición sólida y variopinta: del entrecortado riff inicial, pasando por la guía melódica de las teclas de Coen Janssen, hasta el contrapunto orquestal que oficia de puente. Pero todo siempre potenciado por la excelente tarea de Simons en las voces, abasteciendo a la canción de colores y matices tan bellos como poderosos. A continuación, aparece otro de los puntos altos del disco, y la carrera de Epica: “Cry for the Moon”. Con un acompasado redoblante sirviendo de base para la melodía vocal de Simone en el inicio, el tema inmediatamente presenta uno de los estribillos más logrados y pegadizos de Epica y del metal sinfónico en su totalidad. Tan fuerte es esa composición, que invita al escucha a sumarse al coro ya desde el primer contacto. El contraste entre los guturales de Mark y la lírica de Simone brinda al tema una dinámica extraordinaria, como muestra el cambio de ritmo de mitad de la canción, la cual sin dudas tenía destino de clásico desde su composición.
El prodigioso registro vocal de Simone Simons toma aún más relevancia durante “Feint”, una melódica pieza guiada por la cantante, y secundada por una orquesta de cuerdas engranada a la perfección. Los violines y cellos, así como los coros, hacen su parte destacada, dotando al tema de una hipnótica cadencia a lo largo de sus poco más de cuatro minutos de duración. El costado pesado de Epica aparece en el inicio de “Illusive Consensus”, con un poderoso riff que se transforma en un machaqueo en coordinación con la base de graves, y son continuados por “Façade of Reality”, donde la letra en latín del inicio danza entre el despliegue metalero, para desencadenar en un dueto vocal Simons/Jansen, que coordinan el encuentro con maestría. Pero lo mejor llega en la mitad de la canción: luego de un breve discurso en off sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001, el tema renace como una fuerza arrolladora de metal sinfónico, a pleno doble bombo y orquesta, culminando con un brillante epílogo a cargo de Simone Simons y el coro en armonía. Seguidamente, las guitarras acústicas dan inicio a “Run for a Fall”, acompañadas por los violines, en el momento más íntimo y relajado de la placa. Aquí, nuevamente es momento de destacar la voz de Simone, ocupando el primerísimo plano, así como la lograda melodía de la canción en general, que pasa de una balada en su inicio a una combinación exquisita de metal y orquesta sinfónica hacia el final.
“Seif al Din” ofrece pasajes de tintes arabescos, tanto musicalmente como en las líneas vocales, en un tema que se presenta como la sexta entrega de la saga “The Embrace That Smothers”, cuyas partes 4 y 5 también se encuentran incluidas en este disco: “Cry for the Moon” y “Façade of Reality”, respectivamente. Dicha saga había sido iniciada por Mark Jansen con 3 temas cuando aún formaba parte de After Forever, y sería continuada en futuras entregas con Epica. Como cierre, el homónimo “The Phantom Agony”, que brinda un cierre por demás grandilocuente: dividido en tres segmentos, y pasando por diferentes matices musicales, el tema es una oda al metal sinfónico de 9 minutos de duración. Un cierre adecuado para un obra que presentaría al mundo a uno de los principales exponentes de la conjunción entre sinfonía y metal pesado.
El legado de “The Phantom Agony”, de Epica
“The Phantom Agony” significó la puerta de entrada en el metal sinfónico de la que sería una de sus bandas insignia. El disco marcó pautas definitorias para el género, explorando la unión entre elementos orquestales y heavy metal de una manera que sería notoriamente influyente en el desarrollo del estilo.
Este trabajo permitió apreciar la capacidad compositiva de Mark Jansen en su máximo esplendor, ya a cargo de la dirección musical por completo, al tiempo que presentó a la escena metalera la prodigiosa voz de Simone Simons.
“The Phantom Agony” brindó algunos de los máximos clásicos de Epica y del metal sinfónico, tales como “Cry for the Moon” o “Sensorium”, elementos permanentes de sus presentaciones en vivo hasta el día de hoy.